domingo, 31 de octubre de 2010

Desarme

Obligada a volver a unir cada pelo despegado,
a dibujar los lunares borrados,
a devolver las uñas a mis dedos que alguna vez acariciaron y golpearon.
Condenada a soportar los espasmos de un cuerpo que ya no me pertenece, tan ajeno como todo lo demás.
Obligada a armar la piel desgarrada que se deshizo sin temor bajo la luna.
La luna era siempre la excusa para desesperarse,
presentarse ante unos ojos que a veces no decían nada, pero que yo los seguía buscando sabiendo que me desarmarían.
El viaje al inframundo es el único recuerdo, lo único bello que seguirá existiendo.
Hoy vuelvo a sentir la vergüenza fulminante, el sopor fenomenal de la angustia hecha carne.
Me imagino alumbrando el cielo hasta anotar un par de estrellas en mi libreta,
Descifrando lo infinito y jugando con los fantasmas de la mierda.
Justifico los respiros del pasado, incluso los pago y los pido envueltos en papel de regalo;
los encierro en la cajita negra de este sitio en las calles sobrevaloradas,
los imagino envenenándote y haciéndote tiritar de miedo, de frío y de cansancio.
Deseo que el hastío te posea y que a tu exorcismo asista un cura con inclinaciones non sanctas,
Que tus victimas se levanten de sus tumbas y te desnuden como tú lo hiciste con ellos.
… tengo la esperanza.
Tomarte es la espesa incertidumbre que hoy congelo en mi enfermedad.

– Buen día.