viernes, 16 de julio de 2010

Untitled

Odio los tatuajes en la piel
y el vacío del alma cuando llegan esos minutos inconfundibles.
Vienen al unísono del tiempo inquebrantable
que sacude estos hombros encorvados de tanto pesar
que deambula como un alma en pena retenida a injusticia.
Puede haber pausas que nublan y confunden el entendimiento;
ese infame está nutrido de esperanzas inútiles.
Sigo persiguiendo y buscando el inicio del círculo perfecto:
creo que he llegado. No. Es mentira nuevamente, porque nada existe.
Elaboramos las estrategias que nos ayuden a encontrarnos mutuamente,
sin embargo son solo ilusiones cargadas de mono-paciencia
Ya no tienes palabras, dices,
cuando realmente nunca las has tenido, por tu falta de conciencia
Y tienes esa estúpida necesidad de rotular todo…
¿A cambio de qué? De juntar y juntar; amontonar el veneno
en tu biblioteca personal de escombros humanos.
Y ya no deseo. Pero sigo pensando y sintiendo.
Pero lo peor es la esperanza sin título.

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